La sociedad que viene
¿Cómo seremos nosotros, los seres humanos, en 100 años? Nos espera una sociedad más longeva pero también más sabia, con una tecnología centrada en las personas para poder asistir y potenciarnos.
La interacción entre todas las comunidades es más o menos fluida. Esta es una de las razones por las que, como nunca antes, el acervo genético humano se encuentra enriquecido y diversificado, un proceso que continuará sin dudas dentro de cien años. Además, condiciones médicas que antes no tenían solución, para ese entonces serán curables. Sumarán años a nuestra esperanza de vida.
Ya existen avanzados proyectos en la actualidad que investigan los componentes genéticos de numerosos problemas y trastornos, además de rasgos heredables y ciertas predisposiciones. ¿Qué sucederá cuando estos avancen? Tal vez con el paso del tiempo la identificación de nuestra composición genética no sólo será accesible y completa sino que podrá ser la base sobre la que se diseñen vacunas y tratamientos ultra personalizados.
Cuando estas técnicas se popularicen llegarán nuevos y complejos debates ya que manipular genes puede tener consecuencias no deseadas o, al menos, irreversibles. ¿Quién decidirá si esa decisión es ética?
Una vez que exista una amplia variedad de opciones para mejorar nuestras capacidades, será absolutamente relevante que todas las personas puedan tomar decisiones informadas.
¿Nuevos seres humanos?
“Tenemos que pensar si nosotros, como seres humanos, vamos a estar dentro de 100 años”, afirma Ivana Lopez, Project Manager en Industrias Creativas, Arte y Sustentabilidad. La literatura de ciencia ficción está llena de imágenes de futuros altamente tecnologizados y con fronteras borrosas entre lo biológico y lo mecánico.
Sin embargo, en ocasiones olvidamos que nuestra especie se ha vinculado, desde sus comienzos, con objetos y artefactos que le han permitido sobrevivir y alcanzar metas que antes eran imposibles. Las máquinas nos acompañan desde los inicios de la civilización. Sin embargo, la irrupción de la digitalidad abrió nuevas e inesperadas posibilidades que aún hoy estamos explorando y conociendo.
Avanzamos hacia un mundo en el que hombres y mujeres ya no serán la medida de todas las cosas. Tal vez en cien años ya será claro que el cuerpo seguirá teniendo elementos humanos pero no se parecerá a nada de lo que hoy identificamos como totalmente humano. Como cuando caminamos por las calles con la vista fija en nuestros celulares, una extensión de nosotros, algo que comenzamos a considerar cotidiano.
Es posible, eso sí, que muchas dolencias cotidianas ya estén controladas o, al menos, se conozcan mejor sus causas y existan mejores tratamientos. Desde jaquecas a dolores de muela o malestares gástricos.
”La salud del futuro irá de la mano de la medicina preventiva
Ingrid Briggilermédica y emprendedora
Todos los dispositivos personales interconectados ofrecerán una base de datos completa y actualizada en tiempo real para entender, detectar y hasta predecir enfermedades y trastornos, por lo que el cuerpo del futuro será uno más sano que el actuar. Habrá prevención de enfermedades y dolencias.
“La salud del futuro va de mano de la promoción de la salud y de la prevención de las enfermedades”, asegura la médica y emprendedora Ingrid Briggiler. “Antes íbamos al médico y él era quien sabía todo pero hoy el paciente es más exigente y se acerca con su enfermedad estudiada. En el futuro será el paciente quien decida cómo será su salud”, asegura Briggiler.
Es esperable que en el futuro haya una mayor concientización sobre la necesidad de ofrecerle a todas las personas las mismas oportunidades, en un escenario de equidad. Prótesis elegantes y con diseños maximizarán sus posibilidades. Complementos que también estarán al alcance de aquellas personas que quieran potenciar su dotación biológica más allá de los límites de la naturaleza.
Muchos sospechan que los seres humanos que vivirán 150 años ya han nacido y que en 2121 será frecuente esta longevidad, lo que generará desafíos tanto para el diseño de las ciudades como de los hogares.
Una sociedad con miembros que vivan tanto tiempo deberá, sin dudas, aprender a manejar su impacto directo en los recursos naturales y en las brechas económicas que podrían consolidarse o incluso ahondarse.
Un mundo con más y más personas
Los avances de la tecnología nos permiten conocer más acerca de la realidad en la que vivimos y el mundo que nos rodea. Dentro de los debates que deberemos dar en el futuro será repensar la noción de persona.
Si bien en el discurso público o en la manera cotidiana de hablar solemos identificar los conceptos de ser humano y de persona como si fueran lo mismo, desde hace tiempo la filosofía los entiende como ámbitos diferentes que, en muchas ocasiones, coinciden. Así, lo más corriente es encontrar seres humanos que son personas pero también personas que no son humanos y en el futuro nos habituaremos más a ellas.
En un comienzo nos puede parecer extraña la categoría pero pronto aparecen varios candidatos. Desde sofisticadas máquinas -como el Teniente Comandante Data de “Star Trek”, WALL-E o Visión de “Los Vengadores”, Baymax o los habitantes de Sweetwater en “Westworld”- hasta animales como los simios superiores.
La Argentina es pionera en estas cuestiones con Sandra, la orangutana del exzoológico de la ciudad de Buenos Aires que se benefició con un habeas corpus, una figura legal que se utiliza para casos de personas privadas ilegítimamente de su libertad. Esto implicó que la simio fuese reconocida como “persona no humana”.
Los debates acerca de la manera en la que tratamos a los animales están creciendo y hay cada vez más voces críticas. En el futuro crecerá también la conciencia sobre la crueldad sobre estos seres vivos, tanto en la producción de alimentos como en áreas en donde hoy son instrumento de testeo. No será un proceso fácil: el uso de animales en nuestra dieta y nuestras acciones es parte de nuestra cultura desde que los homínidos se volvieron cazadores y luego se perfeccionaron en comunidades agrícolas, ganaderas y pescadoras. Sin embargo, basta con recordar que la esclavitud humana existió por muchísimo más tiempo que la conciencia de la existencia de derechos humanos, un logro muy reciente. Tal vez esto también tenga que cambiar.
Es posible que haya incluso nuevas definiciones de qué significa ser inteligente, una de las maneras en las que nos hemos diferenciado de otros animales. Definir qué es inteligencia no es nada fácil y tal vez nosotros creemos que la mejor manera de mostrar que alguien es inteligente es resolviendo un gran problema o comunicándonos con palabras… ¡justo las dos cosas que sólo los humanos podemos hacer! Es como si en las reglas del juego hiciéramos trampa para ganar. Existen mamíferos superiores -como monos, chimpancés, gorilas y orangutanes- que superar pruebas y tests complejos y que llegan a ser tan inteligentes como muchos humanos.
Pero también mencionamos a otras personas que no son seres humanos, los robots. Utilizaremos “robots” como una manera genérica de llamar a las máquinas que consideramos que son inteligentes. La ciencia ficción nos dio muchos ejemplos de estos seres -los androides de “Star Wars”, los replicantes de Philip K. Dick en “Blade Runner”, los cylons de “Battlestar Galactica” o el dispositivo del capítulo “Vuelvo enseguida” de la serie “Black Mirror”- y día a día la tecnología avanza en esa dirección.
Hoy no nos parece tan raro hablarle al teléfono u otros aparatos y muchas bases de datos saben muchísimo de nosotros, desde nuestro nombre y dirección hasta qué sitios nos gusta pedir pizza o quiénes son nuestros contactos frecuentes. Vamos camino a tener una inteligencia artificial que se parezca en muchos sentidos a la inteligencia humana, con capacidad de resolver problemas complejos por su cuenta, reconocer situaciones, adaptarse a escenarios cambiantes y, según creen los más entusiastas, incluso tener creatividad e imaginación.
El mundo que nos espera dentro de 100 años tendrá, entonces, muchas más personas de las que existen hoy. Y serán muy distintas y varias ya que determinar qué es una persona será central para nuestro futuro.