Llega el momento de hablar de la generación y administración de la energía. Recursos naturales del futuro y cómo vivir en armonía con nuestro ambiente. De energía renovable para las ciudades y los hogares. En FV estamos comprometidos con la gestión del agua, nuestro recurso más valioso.

El bienestar humano y el bienestar del planeta
Aunque la preocupación por el acceso a recursos naturales parece reciente, la conciencia de que necesitamos convivir en armonía con el resto de la vida en nuestro planeta existe desde hace siglos.

La investigación llevada adelante por FV mostró como estas preocupaciones están más presentes que nunca entre nosotros. Mientras que solo un 20% ve a su vivienda como muy sustentable, la gran mayoría ansía tener un hogar y una ciudad en armonía con la naturaleza.

Eso involucra monitorear la calidad y cantidad de recursos utilizados a diario, con el foco puesto en el agua. Una conciencia generalizada sobre la importancia su uso, gestión y manejo eficiente en los hogares.

Especialista en detección de tendencias, Ximena Diaz Alarcón marca como “en la Argentina está este imaginario: que tenemos todos los climas y una gran riqueza dentro de las cuales está el agua potable, ¡abundancia! O bien, estaba”. Es que Díaz Alarcón comenta cómo esos cambios ya están en marcha. “La costumbre de lavar los platos y dejar correr el agua es algo que ya no sucede. Se trata de un cambio generacional de conciencia que sabe al agua como un bien escaso que hay que cuidar”.

Las nuevas generaciones valoran el agua como un bien escaso que hay que cuidar.

Ximena Díaz Alarcónespecialista en detección de tendencias

“El cambio climático puede poner en riesgo a toda la especie humana”, asegura el periodista Manuel Torino. Director de contenidos en Aconcagua.la, Torino señala que “si mantenemos la visión egocéntrica que tenemos ahora no hay recurso que alcance” y que “todos debemos actuar como ambientalistas imperfectos”.

Es posible que dentro de un siglo conozcamos más sobre el universo, pero no parece probable que contemos aún con otra locación para vivir que no sea la Tierra. Mientras, el sustentar a millones de ciudadanos humanos dependerá de cómo reorganizamos nuestra civilización.

La administración y gestión de nuestro impacto en la Naturaleza es fundamental para poder imaginar la vida dentro de un siglo.

En el futuro, las ciudades sabias serán hábitats construidos en relación con los sistemas naturales. Centros urbanos en un diálogo con el medio en el que están instalados. Lograr un desarrollo urbano sostenible no es una tarea fácil. Sin embargo, con la debida planificación, se puede minimizar la huella que dejamos en el ambiente.

En este capítulo nos concentraremos en los recursos que tendremos disponibles y cómo obtener de ellos energías limpias y renovables.

Una cultura y un estilo de vida sustentable
El deber de las personas en el futuro no es sólo respetar y mantener la biodiversidad, sino trabajar para restaurar las tierras y el agua, sacar provecho de los recursos naturales pero también extenderlos y protegerlos.

Hoy nos esforzamos para que nuestra huella en el medio ambiente sea la menor posible. Debemos comprometernos en garantizar y fortalecer la resiliencia de nuestro planeta frente a cualquier adversidad. Lograr la mayor afinidad posible entre las comunidades y la biosfera en donde se desarrollan.

Es importante que los nuevos recursos puedan generar y ofrecer energía a la red de inmediato, así tendríamos un respaldo esencial durante los cortes o interrupciones que puedan generarse.

os proyectos vinculados con la creación y almacenamiento de la energía para hogares y comunidades necesitan de la participación activa de las personas.

El funcionamiento y la mecánica interna de los sistemas deben ser asequibles y fáciles de entender, eso creará la voluntad de cuidarlos y mantenerlos.

Descubrir nuevos recursos naturales es vital pero también el cambiar los mecanismos que actualmente utilizamos. Promover el uso de tecnologías más efectivas, la reducción del consumo de energía, el reciclaje de agua y medidas más estrictas para reducir la contaminación del medio ambiente.

La extracción de recursos no habrá quedado abolida en cien años, sino que será más selectiva. Se reducirán los desechos y se gestionarán de manera más eficaz.

 

Luz, viento y agua
Debemos mejorar la manera en la que generamos energía renovable, eligiendo la tecnología que ofrezca mejores condiciones y la mayor eficacia.

Para el próximo siglo imaginamos que la energía provendrá de la luz solar, el viento y el agua.

Los paneles solares fotovoltaicos tienen una larga vida útil, no producen contaminación ni ruido, no requieren combustible y pueden ahorrar tiempo y trabajo a la población local. Los sistemas de energía eólica son menos  populares pero cuentan con ventajas similares.

La energía que proviene del agua es la que más esperanza genera: tiene mayor potencialidad para seguir avanzando y creciendo, pero se requiere el acceso a accidentes geográficos muy puntuales con una corriente voluminosa que no están presentes en todas las regiones.

Es posible que en cien años aparezcan nuevos tipos de energía renovables, como el calor geotérmico (basado en las altas temperaturas que quedaron atrapadas debajo de la corteza terrestre). También proyectos de bioenergía que incluyen el uso de cultivos y biomasa sólida para generar electricidad, calor y biocombustibles líquidos. O el uso de excrementos de animales y humanos para producir biogás.

La energía química en la biomasa proviene originalmente del sol y se la considera una fuente de energía renovable porque la materia vegetal que se genera en los desechos se renueva mediante la fotosíntesis en un ciclo de crecimiento rápido.

 

La energía que proviene del sol
El Sol es indispensable para la existencia de vida en el planeta: no sólo es responsable de la fotosíntesis y, por los movimientos del planeta a su alrededor, de las estaciones y el ciclo del agua, sino que es fuente de energía: solar térmica y solar fotovoltaica.

La tecnología fotovoltaica es la que convierte a la luz solar en electricidad. Su sistema tiene un diseño modular que se puede aplicar en casi cualquier lugar, adaptándose sin problemas a las necesidades, generando energía para distintos ámbitos.

Aunque hoy su costo es alto, tienen una vida útil de más de 20 años y no producen ruido ni emisiones de gases de efecto invernadero. La energía solar del futuro deberá mejorar no sólo en cuanto cuesta sino en cómo lograr el almacenamiento de energía cuando el sol no brilla lo suficiente.

En cien años el Sol seguirá siendo una fuente segura y potente de energía, sólo habrá que entender cómo poder lograr una mayor eficacia en su uso. La luz solar además es clave para la comunidad: aporta calidad de vida. La planificación que tenga en cuenta el acceso solar urbano será clave para el diseño sustentable en el futuro.

 

La energía que proviene del viento
Los primeros molinos de viento conocidos son del año 200 a.C y servían en China para bombear agua, mientras que por ese entonces en Persia y Medio Oriente se utilizaba una tecnología similar para moler granos.

La potencia del viento impulsó la producción y comercialización de alimentos en el siglo XI y XII con los molinos que hacían posible la creación de mercadería que cruzada de Medio Oriente a Europa con sistemas que luego serían copiados.

El uso de molinos para bombear agua se extendió rápidamente y a comienzos del siglo XIX estaba presente en todo el mundo. Años más tarde, en 1887, llegó la posibilidad de generar energía con la primera turbina eólica pensada para crear electricidad.

Hoy, las turbinas eólicas mantienen el mismo y sencillo principio: producen electricidad al convertir la energía cinética de los movimientos del aire en energía mecánica. La fuerza del viento actúa sobre las palas de los rotadores que están conectados a generadores eléctricos, no generan gases de efecto invernadero ni elementos contaminantes durante su uso pero, a diferencia de los sistema fotovoltaicos e hidroeléctricos, su precio siempre ha sido menor.

 

La energía que proviene del agua
Por encima de la luz solar y la fuerza del viento, la fuente de energía renovable más confiable que conocemos en este mundo es el agua.

Las centrales hidroeléctricas tradicionales funcionan aprovechando la fuerza y la presión del agua que fluye desde un punto alto a un punto más bajo a través de conductos en una presa. Cerca del fondo de la rampa se encuentra una turbina; el agua hace girar la turbina, lo que genera energía que se puede transmitir a los hogares.

Empresas de servicios públicos de todo el mundo dependen en la actualidad de la energía hidroeléctrica para generar electricidad porque es barata, se almacena y se envía fácilmente, además de que se produce sin combustión, lo que significa que no libera dióxido de carbono ni contaminantes.

Sin embargo, en la actualidad existe un problema con la energía hidroeléctrica: no sabemos generarla sin un costo ambiental alto. Es por eso que se impone generar energía limpia y renovable a partir del agua de una manera en la que no sólo se preserva la vida silvestre sino que incluso se la reconstituye y consolida.

xisten muchos proyectos de turbinas de energía hidroeléctrica en la actualidad que son amigables con sus entornos, con un uso mucho más eficiente de los materiales y un diseño que incluye innovaciones como bordes romos en las aspas para permitir que los peces puedan atravesarlas sin dificultades. Las centrales del futuro las habrán adoptado.

Otro cambio fundamental de la manera en la que se generará energía a partir del agua dentro de cien años es entender y adaptarse a los cambios climáticos. Si bien muchos damos hoy por sentado la disponibilidad de agua, si no se toman los recaudos necesarios esto estará en duda.

 

El único futuro posible es con energía limpia
Sabemos que la población humana está creciendo como nunca antes en la historia y esta tendencia no muestra ningún indicio de que vaya a cambiar dentro de 100 años. Se trata de replantear la manera en la que generamos energía, para poner los recursos naturales en juego sin ponerlos en riesgo.

Las nuevas generaciones tienen mucha más conciencia de la necesidad de cuidar a nuestro planeta. Personas de todo el mundo ansían un medio ambiente sano y protegido. El desafío es encontrar una forma de satisfacer las necesidades de una manera responsable.

Dentro de cien años la emergencia energética tendrá que haber sido respondida examinando con detenimiento nuestro planeta, evaluando críticamente la distribución de recursos y pensando en encontrar nuevas fuentes de energía limpias.

En el futuro, las ciudades sabias serán hábitats construidos en relación con los sistemas naturales. Centros urbanos en un diálogo con el medio en el que están instalados. Lograr un desarrollo urbano sostenible no es una tarea fácil. Sin embargo, con la debida planificación, se puede minimizar la huella que dejamos en el ambiente.

En este capítulo nos concentraremos en los recursos que tendremos disponibles y cómo obtener de ellos energías limpias y renovables.

Una cultura y un estilo de vida sustentable
El deber de las personas en el futuro no es sólo respetar y mantener la biodiversidad, sino trabajar para restaurar las tierras y el agua, sacar provecho de los recursos naturales pero también extenderlos y protegerlos.

Hoy nos esforzamos para que nuestra huella en el medio ambiente sea la menor posible. Debemos comprometernos en garantizar y fortalecer la resiliencia de nuestro planeta frente a cualquier adversidad. Lograr la mayor afinidad posible entre las comunidades y la biosfera en donde se desarrollan.

Es importante que los nuevos recursos puedan generar y ofrecer energía a la red de inmediato, así tendríamos un respaldo esencial durante los cortes o interrupciones que puedan generarse.

os proyectos vinculados con la creación y almacenamiento de la energía para hogares y comunidades necesitan de la participación activa de las personas.

El funcionamiento y la mecánica interna de los sistemas deben ser asequibles y fáciles de entender, eso creará la voluntad de cuidarlos y mantenerlos.

Descubrir nuevos recursos naturales es vital pero también el cambiar los mecanismos que actualmente utilizamos. Promover el uso de tecnologías más efectivas, la reducción del consumo de energía, el reciclaje de agua y medidas más estrictas para reducir la contaminación del medio ambiente.

La extracción de recursos no habrá quedado abolida en cien años, sino que será más selectiva. Se reducirán los desechos y se gestionarán de manera más eficaz.

 

Luz, viento y agua
Debemos mejorar la manera en la que generamos energía renovable, eligiendo la tecnología que ofrezca mejores condiciones y la mayor eficacia.

Para el próximo siglo imaginamos que la energía provendrá de la luz solar, el viento y el agua.

Los paneles solares fotovoltaicos tienen una larga vida útil, no producen contaminación ni ruido, no requieren combustible y pueden ahorrar tiempo y trabajo a la población local. Los sistemas de energía eólica son menos  populares pero cuentan con ventajas similares.

La energía que proviene del agua es la que más esperanza genera: tiene mayor potencialidad para seguir avanzando y creciendo, pero se requiere el acceso a accidentes geográficos muy puntuales con una corriente voluminosa que no están presentes en todas las regiones.

Es posible que en cien años aparezcan nuevos tipos de energía renovables, como el calor geotérmico (basado en las altas temperaturas que quedaron atrapadas debajo de la corteza terrestre). También proyectos de bioenergía que incluyen el uso de cultivos y biomasa sólida para generar electricidad, calor y biocombustibles líquidos. O el uso de excrementos de animales y humanos para producir biogás.

La energía química en la biomasa proviene originalmente del sol y se la considera una fuente de energía renovable porque la materia vegetal que se genera en los desechos se renueva mediante la fotosíntesis en un ciclo de crecimiento rápido.

 

La energía que proviene del sol
El Sol es indispensable para la existencia de vida en el planeta: no sólo es responsable de la fotosíntesis y, por los movimientos del planeta a su alrededor, de las estaciones y el ciclo del agua, sino que es fuente de energía: solar térmica y solar fotovoltaica.

La tecnología fotovoltaica es la que convierte a la luz solar en electricidad. Su sistema tiene un diseño modular que se puede aplicar en casi cualquier lugar, adaptándose sin problemas a las necesidades, generando energía para distintos ámbitos.

Aunque hoy su costo es alto, tienen una vida útil de más de 20 años y no producen ruido ni emisiones de gases de efecto invernadero. La energía solar del futuro deberá mejorar no sólo en cuanto cuesta sino en cómo lograr el almacenamiento de energía cuando el sol no brilla lo suficiente.

En cien años el Sol seguirá siendo una fuente segura y potente de energía, sólo habrá que entender cómo poder lograr una mayor eficacia en su uso. La luz solar además es clave para la comunidad: aporta calidad de vida. La planificación que tenga en cuenta el acceso solar urbano será clave para el diseño sustentable en el futuro.

 

La energía que proviene del viento
Los primeros molinos de viento conocidos son del año 200 a.C y servían en China para bombear agua, mientras que por ese entonces en Persia y Medio Oriente se utilizaba una tecnología similar para moler granos.

La potencia del viento impulsó la producción y comercialización de alimentos en el siglo XI y XII con los molinos que hacían posible la creación de mercadería que cruzada de Medio Oriente a Europa con sistemas que luego serían copiados.

El uso de molinos para bombear agua se extendió rápidamente y a comienzos del siglo XIX estaba presente en todo el mundo. Años más tarde, en 1887, llegó la posibilidad de generar energía con la primera turbina eólica pensada para crear electricidad.

Hoy, las turbinas eólicas mantienen el mismo y sencillo principio: producen electricidad al convertir la energía cinética de los movimientos del aire en energía mecánica. La fuerza del viento actúa sobre las palas de los rotadores que están conectados a generadores eléctricos, no generan gases de efecto invernadero ni elementos contaminantes durante su uso pero, a diferencia de los sistema fotovoltaicos e hidroeléctricos, su precio siempre ha sido menor.

 

La energía que proviene del agua
Por encima de la luz solar y la fuerza del viento, la fuente de energía renovable más confiable que conocemos en este mundo es el agua.

Las centrales hidroeléctricas tradicionales funcionan aprovechando la fuerza y la presión del agua que fluye desde un punto alto a un punto más bajo a través de conductos en una presa. Cerca del fondo de la rampa se encuentra una turbina; el agua hace girar la turbina, lo que genera energía que se puede transmitir a los hogares.

Empresas de servicios públicos de todo el mundo dependen en la actualidad de la energía hidroeléctrica para generar electricidad porque es barata, se almacena y se envía fácilmente, además de que se produce sin combustión, lo que significa que no libera dióxido de carbono ni contaminantes.

Sin embargo, en la actualidad existe un problema con la energía hidroeléctrica: no sabemos generarla sin un costo ambiental alto. Es por eso que se impone generar energía limpia y renovable a partir del agua de una manera en la que no sólo se preserva la vida silvestre sino que incluso se la reconstituye y consolida.

xisten muchos proyectos de turbinas de energía hidroeléctrica en la actualidad que son amigables con sus entornos, con un uso mucho más eficiente de los materiales y un diseño que incluye innovaciones como bordes romos en las aspas para permitir que los peces puedan atravesarlas sin dificultades. Las centrales del futuro las habrán adoptado.

Otro cambio fundamental de la manera en la que se generará energía a partir del agua dentro de cien años es entender y adaptarse a los cambios climáticos. Si bien muchos damos hoy por sentado la disponibilidad de agua, si no se toman los recaudos necesarios esto estará en duda.

 

El único futuro posible es con energía limpia
Sabemos que la población humana está creciendo como nunca antes en la historia y esta tendencia no muestra ningún indicio de que vaya a cambiar dentro de 100 años. Se trata de replantear la manera en la que generamos energía, para poner los recursos naturales en juego sin ponerlos en riesgo.

Las nuevas generaciones tienen mucha más conciencia de la necesidad de cuidar a nuestro planeta. Personas de todo el mundo ansían un medio ambiente sano y protegido. El desafío es encontrar una forma de satisfacer las necesidades de una manera responsable.

Dentro de cien años la emergencia energética tendrá que haber sido respondida examinando con detenimiento nuestro planeta, evaluando críticamente la distribución de recursos y pensando en encontrar nuevas fuentes de energía limpias.